jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Somos como manejamos?
o mi teoría sociocultural sobre ruedas 


Al igual que la mayoría de ustedes, al menos que sean más afortunados que el promedio, todos los días me tengo que enfrentar a una terrible realidad de la evolución humana... Lidiar con el maldito tráfico. Después de tantos años de padecer este mal y pasar todos lo días un promedio de dos horas parado en periférico, hoy me vino espontáneamente a la cabeza una teoría comparativa entre el comportamiento social y la educación vial de este bicentenario país.


Salí de mi casa con el tiempo vagamente sobrado para poder controlar cualquier imprevisto. Todo iba con normalidad hasta que un nuevo bache ocasionado por la lluvia apareció en la angosta calle que me lleva hasta periférico sur. Me tuve que frenar para tratar de esquivar dicho hoyo cuidando no llevarme una llanta, cuando para mi sorpresa justo en el auto rojo detrás de mi, una mujer histérica junto con todos sus pequeños hijos, comenzó a tocar su bocina como si su vida dependiera de que la escucharan hasta la siguiente cuadra. Aquí comienza el primer punto de la teoría: vivimos en un país intolerante donde los ciudadanos, que sin saber las razones que generan una situación determinada, reaccionan con impulso cavernícola. Y no sólo eso, sino que también los niños aprenden de los actos que ven en sus modelos a seguir, es decir, en ese auto ya iban tres futuros intolerantes en potencia.


Después de tragarme las ganas de gritarle algo a esta señora debido a que iba acompañado por mi hija, seguí rumbo a mi destino. Justo al entroncar con Viaducto Tlalpan y dar la vuelta para incorporarme, a escasos cien metros, un señor se frena en plena lateral para bajar a dos mujeres con la agilidad de un elefante artrítico justo en el puente peatonal. Yo, sorprendido del hecho, les toco mientras aguardo en medio de una vía rápida arriesgando a que otro auto me pegue, a que las señoras bajen, se despidan y así poder avanzar. Creo que en ese momento mi rostro expresó como nunca mis pensamientos porque la reacción de estas mujeres a él fue violento... ¡Me retaron negando su negligencia vial con ademanes nada amigables! Segundo punto de la teoría: Un mexicano siempre hace lo quiere aunque ponga en riegos a terceros. Nunca acepta sus errores porque todos están mal menos él y su sentido común es, en efecto, el menos común de sus sentidos. 


Para cuando conseguí llegar hasta la lateral de periférico después de echar lámina para impedir el paso de  toda una tercera y hasta cuarta línea de coches buscando "avivarse para chingarte", (tercer punto teórico: La cultura del "que no transa no avanza") pensé que ya nada podía ser peor a lo que su servidor está acostumbrado. ¡Error! Las calles de México, al igual que las tragedias que azotan al país, siempre pueden ser mucho peores de lo que imaginabas. Un par de seudo policías abordo de su patrulla trataban desesperadamente de rebasarme a toda costa sin conseguir hacerlo debido a la cantidad de tráfico. Comenzaron a encender su molesta sirena junto con su distintivo altavoz para exigir que me apartará. Ahí fue cuando ya no pude aguantar más mi eminente molestia. Comencé a hacerle señas por el espejo retrovisor insinuándole que no iba a moverme para dejar pasar a dos animales que sólo iban tarde al desayuno con el resto de sus "parejas". Al ver mi reacción más insistieron con el ensordecedor ruido, hasta que de repente logran emparejarse a mi por la derecha, y al ritmo de un "Pipi pipi pi" me mientan la madre y siguen su camino a las tortas más cercanas...


Y es ahora queridos compañeros, cuando les dejo mi cuarto punto de la teoría: las instituciones y los servidores públicos están para todo menos para atender las necesidades de los ciudadanos, y por más que un mexicano consciente trate de hacer bien las cosas, ¡no puede aguantar tanta mierda!  Dejo esta teoría a su amable consideración esperando que sirva para reflexionar acerca de lo fregados que estamos, o por lo menos, para que le mienten la madre a cuanto idiota vean en la calle a ver si así logramos por lo menos desahogar nuestra latente frustración. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario